Valladolid ha saldado una deuda que tenía desde hace tiempo. Reconocer la labor del etnógrafo Joaquín Díaz poniendo su nombre a una calle o plaza. Y lo ha hecho en la confluencia de las calles tórtola y pelícano, que carecía de nombre hasta hoy. Ha sido una propuesta de la asociación de vecinos del barrio de San Isidro que el alcalde, encargado de poner nombre a las calles, ha aceptado de buen gusto.